El rol de los medios de comunicación durante la última Dictadura Militar
“(…) Sin
esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al
compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos
difíciles”. Con esta frase, Rodolfo Walsh cierra la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. La cita, me motivó
a escribir el presente ensayo, dado que en la misma se refleja la valentía de
este periodista que, como tantos otros, ensanchó la macabra lista de desaparecidos
durante la última dictadura militar. El objetivo con el despliegue de mi
escritura, no es hablar solamente de Walsh ni de la carta mencionada
anteriormente, sino reflexionar sobre el rol de los medios de comunicación en
la nefasta etapa que comenzó en 1976 y cuyas huellas permanecen hasta hoy.
A
este ensayo, también lo quiero emplear para recordar solemnemente a todos y
cada uno de los periodistas desaparecidos, cuyas vidas pasaron a la historia
negra de nuestro gigantesco país. Los trabajadores de los medios en aquella
época, sufrieron tras ser víctimas de los vicios que el poder les había
otorgado a los militares. El reino del terror se había instalado, y el gritar
la verdad, conllevaba a la desaparición.
Hablar
de dictadura, es hablar de represión, de muertes, de voces silenciadas y de
miedo. Durante todos los gobiernos militares en Argentina, pero mayormente en
el que se inició en el 1976, las muertes por el hecho de pensar distinto fueron
moneda corriente. Muchas vidas se perdieron por hablar desde su propia razón y
no a partir de lo explicitado por unos seres autoritarios y nefastos, que en su
afán de “controlar a la población”, mataron cruelmente a miles y miles de
personas.
La
persecución a los periodistas en el último Gobierno militar, se puede comparar
con la que sufrieron los peronistas en la Revolución Libertadora, debido a que
a ambos grupos, cada uno en su época, se los torturó hasta que encontraran la
muerte, por el simple motivo de pensar de una manera desigual de la que los
gobernantes sostenían. Algo que, sin lugar a dudas y lamentablemente, estaba
prohibido en aquellas épocas. El fantástico libro de Rodolfo Walsh, titulado Operación Masacre, narra con gran rigor
periodístico los fusilamientos a un grupo específico de peronistas en el año 1956.
Rodolfo
Walsh, fue un hombre que traspasó las barreras del periodismo y se transformó
en un mito para la sociedad en su conjunto, por su valor y franqueza a la hora
de realizar la noble tarea de comunicar. Fue uno de los tantos desaparecidos
durante la última dictadura militar, pero aún sigue vivo en cada uno de sus
textos. A muchos de ellos, los podemos
apreciar en El violento oficio de
escribir: obra periodística 1953-1977, un libro que desde este lugar
recomiendo, ya que en él se aprecia su forma de hacer periodismo. Sus escritos allí ubicados, destacan a Walsh
como un hombre comprometido con las problemáticas que atravesaban a la
sociedad. Habló de muertes, política,
injusticia, misterios sin resolver, catástrofes, entre otras problemáticas de vital
importancia.
El último
texto que el periodista argentino escribió, el que lamentablemente le costó la
vida, fue Carta abierta de Rodolfo Walsh a
la Junta Militar (También denominada Carta
abierta de un escritor a la Junta Militar). En ella, convergen críticas
abordando diversas temáticas sobre el primer año en el poder de los militares.
Lógicamente,
Walsh no fue el único periodista que desapareció. De hecho, según el libro
Con vida los queremos: Las voces que
necesitaba silenciar la dictadura: periodistas desaparecidos, el 1,6%
de los integrantes de la lista de desaparecidos, corresponden a trabajadores de
los medios de comunicación. Una cifra que duele, aunque muchos se esmeren en
minimizarla. Algunos de los periodistas que se encuentran en esa lista, son Claudio
Adur, Juan José Asconde, Raymundo Gleyzer, Juan Miguel Satragno, Victor Eduardo
Seib, María Elena Amadio, Rolando Baradino, Marcelo Ariel Gelman, entre tantos
otros. Me estremezco al leer los nombres y al saber que murieron por hacer de una
manera correcta su trabajo. Honestamente, no entiendo y jamás entenderé a los
que defienden a los militares y afirman que los periodistas fueron los
culpables de sus propias muertes, bajo la afirmación de “algo habrán hecho”.
Según
el capítulo “Dictadura y transición a la democracia: Argentina,
1973-1985”, incluido en el libro Medios de Comunicación y Política en América
Latina, cuando el Gobierno militar tomó el
poder en 1976, levantó la prohibición sobre los servicios de cable y suprimió
el impuesto sobre la publicidad. Si se analiza esta última medida, algunos coincidirían
en que fue positivo el accionar de los militares, pero no fue del todo así;
¿por qué?, sencillo, porque el Gobierno militar, empleó a los medios para
efectuar campañas publicitarias, ponderando su régimen y defenestrando a
enemigos. Si bien cuando el peronismo aplicó el impuesto antes mencionado, los
medios efectuaron quejas debido a la disminución de sus ganancias, cuando
aquella medida se suprimió, tuvieron menos libertad de expresión y le
concedieron espacio a los genocidas, logrando, de esta manera, un aumento
sustancial en sus lucros. Más dinero a costa de hacer silencio, parece haber
sido la consigna de muchos medios de comunicación en aquella época.
La
situación mencionada anteriormente tuvo lugar ya que no todos los periodistas
eligieron respetar sus ideales periodísticos y comunicar con la verdad, sino
que, tristemente, algunos medios aplaudieron cada palabra impregnada con sangre
que se emitía desde la boca de un militar; convirtiéndose en cómplices, porque
el que hace silencio y no actúa, es parte de la violencia. Las únicas críticas
que se escuchaban desde esa parte mayoritaria del periodismo de aquella época,
según el capítulo nombrado en el párrafo anterior, hacían referencia a la
política económica aplicada o a otros aspectos de importancia menor. No
mencionaban (salvo escasas excepciones como el Buenos Aires Herald) a los desaparecidos, no acusaban las
injusticias sociales, dejando de lado su ética periodística y también, a su consciencia.
Nótese
la ironía en la actitud de los militares en la siguiente cita: “Los militares
manifestaban su creencia en la libertad de expresión y en la propiedad privada,
pero obligaron a los medios de comunicación a adherirse estrictamente a la
Doctrina de Seguridad Nacional. La Junta Militar estableció encarcelamientos
ilimitados para los directores de periódicos, las emisoras radiofónicas o los
programas de televisión que publicasen o emitiesen información sobre los grupos guerrilleros que operaban
en el país. El régimen decretó penas de diez años de cárcel para cualquiera que
publicase o emitiese información contraria a las Fuerzas Armadas, incluyendo la
información sobre las brutales violaciones de los derechos humanos perpetrados
por los militares” (MURARO, 1989). Es decir, el Gobierno militar, en palabras enaltecía la bandera
de la libertad de expresión, pero por otro lado imponía reglas para los medios
y efectuaba acciones violentas para con los periodistas que no se adecuaran a
las mismas, lo cual es sumamente contradictorio.
Los
militares, controlaron los canales de televisión bonaerenses para imponer la
censura en todas y cada una de las informaciones. Ocultaban una realidad y proponían la suya,
violando uno de los derechos humanos más relevantes: el derecho a la libertad
de expresión. Los medios son constructores de discurso, debido a la gran
influencia social que poseen, por lo que la Junta Militar no se atrevía a que
las personas tengan a su disposición una serie de noticias que revelen lo que
acontecía en el país.
La
política económica aplicada durante esta nefasta etapa, tuvo duras
consecuencias para con los trabajadores que convivieron atemorizados frente a
los fantasmas de la desocupación y de los sueldos bajos. En cuanto a la educación pública, se puede
decir que el acceso a la misma, por parte de las personas de bajos recursos
económicos, se hizo cada vez más difícil. Esas transformaciones, tuvieron
efectos sumamente negativos para los medios de comunicación, de hecho, la
circulación de los diarios y las revistas bajó casi a la mitad. La cultura y
los medios estaban en crisis, al igual que el país.
Los
militares continuaron con sus tareas de afectar a la comunicación, creando una
industria nacional de prensa que “(…)fortaleció a sus propietarios (Clarín y La Nación), pero debilitó a los periódicos más pequeños del
interior del país y a los periódicos que, como La Prensa, de Buenos Aires, tenían vínculos tradicionales con
distribuidores internacionales de material de imprenta” (MURARO, 1989). Ayudar
solamente los poderosos, no es lo ideal; los beneficios que brinda Estado,
deberían ser equitativos. Los medios de comunicación más chicos, tendrían que haber
tenido las mismas posibilidades que los protegidos por el régimen militar.
El
Gobierno militar, se tomó la atribución de manejar los medios de comunicación
pero “(…) nunca prestaron atención a
determinados problemas de radiodifusión argentina, por ejemplo, la
concentración de la propiedad de los media o el sistema financiero de ventas,
reventas y descuentos a los grandes anunciantes, sistema éste que era
responsable de la mayor parte de las decisiones relativas a la programación”
(MURARO, 1989). Tampoco actuaron de una manera correcta con respecto a las
diferencias entre medios de comunicación poderosos y pequeños, ya que ambos, a
pesar de sus profundas diferencias, respondían a la misma legislación.
Durante el último Gobierno militar, la libertad de expresión se sumó a
la lista de desaparecidos, porque se la encadenó y de a poco se la fue matando,
silenciando a trabajadores de los medios, censurando la verdad y dejando de
lado la realidad. Es importante tener en cuenta el rol de los medios de
comunicación en la dictadura para tener la fortaleza de decir “Nunca más” y
jamás olvidar a los periodistas que dejaron sus vidas por mostrarle lo que
realmente sucedía a un pueblo cegado por las mentiras de los genocidas.
Quisiera terminar este ensayo,
con una frase exquisita de Rodolfo Walsh que demuestra la esencia del
periodismo y que jamás debe ser perdida de vista por todos aquellos que se
dedican, o nos dedicaremos en un futuro a la noble tarea de comunicar: “(…) el
periodismo es libre, o es una farsa, sin términos medios”.
Bibliografía:
APBA:
Asociación de Periodistas de Buenos Aires (1987), Con vida los queremos: Las voces
que necesitaba silenciar la dictadura: periodistas desaparecidos. Asociación de Periodistas de Buenos Aires
(APBA). Bs. As.
MURARO,
Heriberto, “Dictadura y transición a la democracia: Argentina, 1973-1986” en
FOX, Elizabeth (Ed.) (1989) Medios de Comunicación y Política en América
Latina. G.Gili. México. Pp. 146-156
WALSH,
R.J. (1998), El violento oficio de escribir. Obra
periodística (1953-1977). Planeta. Bs.As.
WALSH,
R.J. (2000), Operación masacre.
Ediciones de la Flor. Bs.As.
¿Cómo referenciar este ensayo en la bibliografía?
El rol de los medios de comunicación durante la última Dictadura Militar [Consulta: fecha de su consulta]. Disponible en: http://hycsociales.blogspot.com.ar/2016/07/el-rol-de-los-medios-de-comunicacion.html
Por favor, si tiene alguna duda sobre el tema o si quiere emitir un comentario, no dude en comunicarse conmigo a través de mi correo electrónico: jesicaes@gmail.com o bien, por medio del formulario de contacto que se encuentra en la parte inferior de la pantalla.
¿Cómo referenciar este ensayo en la bibliografía?
El rol de los medios de comunicación durante la última Dictadura Militar [Consulta: fecha de su consulta]. Disponible en: http://hycsociales.blogspot.com.ar/2016/07/el-rol-de-los-medios-de-comunicacion.html
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